“Estuvimos con R. y P. De alguna manera cada uno de nosotros (yo al menos) tuvimos que prepararnos psicológicamente, anímicamente, porque se trataba de tener que entrevistar una niña todavía una adolescente jovencita. Fundamentalmente eso. Entrevistamos también a los abuelos y al papá que no estaba en la casa; era camionero. El cuadro en el cual tiene que haberse desarrollado ese magnicidio se podría decir, fue espeluznante, por los relatos especialmente de esta niña que es la única sobreviviente de todos.
Pudimos ver una criatura marcada por un terrible hecho que fue vivido en su propio cuerpo en su propia vida; y también el terror y además la angustia ante la pérdida, la angustia y el horror; porque le tocaba a ella también”.
Nosotros después nunca la vimos, esta criatura en su momento, por supuesto una chica tímida, introvertida, no fue mucho lo que ella pudo hablar, más que nada fue una entrevista bastante silenciosa”.
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