domingo, 23 de mayo de 2010
sábado, 8 de mayo de 2010
Así empieza
Diciembre de 2006:
Tomás
Es, mediados de diciembre de 2006; probablemente sean las cuatro treinta o cinco. Tomás; Cipriano Tomás, está acostado boca arriba con los brazos cruzados sobre la cabeza. La braza del cigarrillo oscila adelante y atrás, adelante y atrás, a pocos centímetros de la nariz. Inhala, y de la braza se desprenden pequeñas lucecitas anaranjadas y rojas.
Se levanta y se acerca a la ventana abierta. La luna está sobre el sauce. Iluminada por esa luz irreal, la tierra reseca del patio, sin una brizna de pasto, no se parece a nada que él haya visto antes.
Terminé
DICIEMBRE
ÍNDICE
Diciembre de 2006:
Tomás
Diciembre de 2000:
Celia
Diciembre de 1995:
El Turco
Diciembre de 2006:
Juan Manuel
Gracias a Dios nadie lee
PRIMER BORRADOR
Estructura
Cuestiones de estructura
jueves, 1 de abril de 2010
Cipriano
sábado, 6 de febrero de 2010
Celia
Cipriano
viernes, 29 de enero de 2010
Cipriano
Es, mediados de diciembre de 2006; probablemente sean las cuatro treinta o cinco. Tomás; Cipriano Tomás, está acostado boca arriba con los brazos cruzados sobre la cabeza.
La braza del cigarrillo oscila adelante y atrás, adelante y atrás, a pocos centímetros de la nariz. Inhala, y de la braza se desprenden pequeñas lucecitas anaranjadas y rojas. Se levanta y se acerca a la ventana abierta. La luna está sobre el sauce. Iluminada por esa luz irreal, la tierra reseca del patio, sin una brizna de pasto, no se parece a nada que él haya visto antes.
Corre la tela metálica que frena la entrada de los mosquitos; tira la colilla que al golpear sobre la tierra, rueda y va sembrando en el aire quieto lucecitas anaranjadas y rojas. Finalmente la colilla se detiene donde la luna no ilumina nada y arde un rato antes de extinguirse.
Cipriano vuelve ha vuelto a la cama. Las sábanas están arrugadas. Iluminados por la luna, los pliegues parecen dumas y cráteres de otro mundo, esponjoso y blanco.
Se acuesta con cuidado para no despertarla. Ella está de espaldas. La luz irreal le ilumina las piernas, los muslos blandos, el culo. Él está desnudo; mirándola. Siente una leve excitación. Su pene se tensa, se eleva un poco y repite un movimiento involuntario y rápido hacia arriba y hacia abajo dos o tres veces.
domingo, 24 de enero de 2010
No quiso llamarse Sebastián
sábado, 16 de enero de 2010
La voz de Celia II
Las sesionos de grupo (continuación)
Unos seis meses atrás, haciendo una excepción peculiar, dado mi escepticismo respecto de la utilidad práctica de tales acontecimientos, a los que muchos de mis colegas asisten con excesiva puntualidad cada año, decidí participar de una serie de conferencias. Me impulsó a hacerlo el slogan esgrimido por el conferenciante: “los libros pueden salvar vidas”. Así que solicité a Gass una licencia para asistir al congreso que como no podía ser de otra manera se desarrollaría en Buenos Aires, que como todo el mundo sabe es el lugar donde están las oficinas de Dios. No tengo que decir que a Gass se le iluminaron los ojos cuando escuchó mi solicitud.
—Qué milagro, doctora, usted interesada por un congreso.
—Le aclaro que mi opinión sobre tales ferias sigue siendo la misma, solo estoy haciendo una excepción que no hace más que confirmar mis convicciones. Los congresos son para comer sin culpa, beber sin moderación y, si se encuentra con quien, tirar la chancleta.
—Todos conocemos su pensamiento al respecto, Celia —Gass detuvo mi discurso, lo conocía de memoria. Había elevado las manos a la altura del pecho con las palmas hacia delante como para detener un objeto que veía que se le venía encima—. Como sea, me alegra ¿Y puede saberse el motivo que la lleva a hacer esta excepción?
—Una corazonada. Una intuición. El sexto sentido. Póngale el nombre que quiera.
—Bien. Vaya. Pero, por favor doctora...
—No se preocupe prometo escuchar sin interrumpir, no hablar con extraños y lavarme las manos antes de comer —Celia caminaba hacia la puerta; volvió la cara —y no decir que trabajo en “su” hospital.
Gass podía ser soberbio, ortodoxo, burócrata, y hasta narcisista, pero no era ningún tonto. Seguramente sospechaba que mi interés tenía que ver con aquella experiencia que hice años atrás con la poetisa; y precisamente porque no era tonto, sabía también, que tenía que dejarme hacer sin preguntar demasiado.
La cámara del tesoro no era un lugar en que se admitiera a cualquier hijo de vecino, mucho menos, si el tal hijo estaba loco. En nuestro hospital y hasta donde yo sabía, en todos los de su especie, se alentaban las tareas manuales, físicas, musicales, incluso las culinarias, pero nunca vi a nadie alentar a un loco a la lectura. Quizás tuvieran de esto la culpa Cervantes, Flaubert, o ambos escritores, pero lo dudo, en parte porque entre mis colegas pocos conocen a Gustave Flaubert, y por otro lado, porque existe la firme convicción de que la literatura es un paraíso al que solo puede acceder un selecto grupo de lúcidos seres que flotan a veinte centímetros del piso entre nosotros, pobres pisatierra.
sábado, 9 de enero de 2010
La voz de Celia
Las sesiones de grupo
Me miden por mis fracasos, así funciona mi trabajo.
Ni bien logré convencer a Gass para que me dejara hacer el experimento con los pacientes, los míos, claro está -aquí debo dar a conocer sobre el egoísmo por no hablar de la envidia entre mis colegas que no se dignaron a prestarme ni uno solo de los suyos-, decía, que ni bien logré el tan buscado “Sí, doctora, hágalo. Pero déjeme en paz por favor”, comencé a planear por escrito las sesiones de lectura grupal. Estaba convencida del poder curativo de la literatura y me disponía a llevar un registro detallado de la experiencia y sus resultados. Pero antes de describir el proyecto y cómo llegué a tales conclusiones, me veo en la obligación de aclarar, a fin de desligarlo de cualquier responsabilidad que pretenda atribuírsele, que más que convencido por mis argumentos, Gass, terminó cediendo por no poder soportar más lo que el llamaba mi asedio, que no era otra cosa que mi perseverancia y constancia en el ejercicio de mi profesión y dedicación a los pacientes, virtudes conocidas entre mis colegas como “el componente obsesivo de la personalidad de Celia”, decía, que nuestro excelso director, más que por convicción, cedió porque le había inflado la bolas como un par de Fiat 600.
Después de detallados planes y sesudas argumentaciones que nadie estaba dispuesto a escuchar, mucho menos a leer, comenzando por mi estimado colega Alejandro Aguirre –el Grande-, pasando por Gass –el Excelso-, los demás miembros del plantel de médicos –los Elegidos-, las asistentes sociales –esas hábiles caminadoras-, y finalmente, después de perseguir por los pasillos a las enfermeras sin ningún resultado, no tuve más remedio que acudir a Claudia, la cocinera, quien cerró la puerta de la cocina que da al gran jardín trasero del edificio, que ella había sembrado con cuanto yuyito para el mate se puedan imaginar, hectáreas de perejil con el que hacía sus famosas tortillas y el orgullo del hospital: la planta de tomates perita; decía, que después de cerrar la puerta Claudia se sentó, sacó un atado de cigarrillos del bolsillo del delantal, encendió uno, largó un chorro gordo de humo, agarró el manuscrito con sus manazas de las que me llegaba un delicioso olorcito a ajo, y después de tomarse quince minutos en la más absoluta de las rigideces, rota solo por el voltear de las páginas, me miró y me dijo “Me gusta la idea. Va a funcionar”. Después se apoyó con sus dedazos sobre la mesa, se levantó con dificultad y meneando su enormísimo trasero me dio la espalda. La vi blandir la cuchilla de mango blanco –su preferida- y salí de la cocina justo en el momento en que comenzaba a sonar el repiqueteo de la hoja de acero sobre la tabla de picar. Tortilla de perejil, pensé, y me alejé por el pasillo deseando que llegara pronto la hora del almuerzo.
miércoles, 6 de enero de 2010
Celia
domingo, 3 de enero de 2010
Este asunto de los artículos 3
La masacre de Recreo
(Tercera entrega: la causa civil)
En 1997 comenzó el juicio extracontractual con la provincia de Santa Fe.
Hubo tres demandas (hija, padre y abuelos), que se unificaron en uno solo juicio en el Juzgado Extracontractual N° 1.
Diciembre de 2009: en tanto los santafesinos nos preparamos para celebrar las fiestas de fin de año, Claudia Guadalupe Vega aguarda junto a sus hijos. Es que el juicio contra el Estado provincial parece no tener fin.
Por la causa desfilaron distintos abogados; asumieron solo para renunciar varios peritos médicos; y declararon decenas de testigos, en procura de establecer cuánto “merecían” como indemnización por sus “pérdidas” Claudia y su padre adoptivo Raúl Vega.
Los conceptos tenidos en cuenta para el cálculo son complejos; incluyen el argumento que los sustenta y un monto estimado. A modo de ejemplo y sintéticamente, la demanda de Raúl Aparicio Vega considera lo siguiente:
Incapacidad Absoluta: El argumento es que, si bien el hecho no lo llevó al suicidio o la demencia lo convirtió en un ser incapaz de enfrentar la vida... imposibilitándolo para la lucha diaria por el sustento, entablar relaciones...”, $1.000.000.
Daño Moral: por pérdida de los 4 hijos, $700.000 cada uno; no nato $250.000; esposa $300.000; pérdida de la totalidad de la descendencia masculina $200.000.
Daño Psicológico: por menoscabo en la psiquis, desequilibrio de las funciones mentales ...perturbación del equilibrio espiritual…,$450.000
Pérdida de chance: por supresión masiva de la descendencia, supresión material en relación a la pérdida de los 4 hijos, $450.000.
A los anteriores conceptos se agregan los Gastos Médicos que en el caso de Claudia son valorados para que reciba asistencia psicológica de por vida.
Si bien los montos reclamados ascienden a grandes sumas, el fallo los estableció en $550000 (que con los intereses asciende a $1.500.000) para Claudia; y $32.000 para Raúl Vega.
Mario Adrián Van Isseldyk, abogado de Caludia Vega “…en el mundo no hay un caso como éste, al menos yo investigué y no encontré ninguno, por lo tanto tampoco había jurisprudencia al respecto. Hoy el caso es citado como antecedente, como ocurrió en
Los ires y venires del expediente
En fecha 30/10/03 el Tribunal Colegiado de Responsabilidad Extracontractual Número 1 Secretaría Segunda de la ciudad de Santa Fe, dicta sentencia admitiendo totalmente la demanda incoada por Claudia Guadalupe Vega en contra de
Los letrados que entendieron en la causa fundamentaron la responsabilidad extracontractual y objetiva del Estado, surgida por los daños y perjuicios que resultaron de no hacer funcionar, o funcionar mal, un servicio público que el mismo Estado ha creado. Expresaron que el Estado omitió el deber de custodia de un peligroso delincuente debido a un defectuoso funcionamiento de las medidas de organización y control o “faute de service”, lo que permitió la fuga y los crímenes que cometió; hubo en consecuencia una deficiente prestación del servicio penitenciario a cargo del Estado.
La sentencia impuso las costas totalmente a
En respuesta a los agravios planteados en el Recurso de Apelación Extraordinaria, se fundamentó, concretamente, que la falta de servicio implica una condición necesaria que crea el nexo causal suficiente para imputarle al Estado responsabilidad, porque era previsible que la fuga de Ferreyra derivara en los hechos como los que acaecieron, y empleando la debida atención y conocimiento de las cosas,
En este contexto argumental y atendiendo a que quien contrae la obligación de prestar un servicio público lo debe realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido y es responsable de los perjuicios causados por su incumplimiento
Pero las peripecias de Claudia y sus abogados no terminaron allí, porque Fiscalía volvió a recurrir a
El pedido no cumplía con los requisitos formales, y
Diciembre de 1995/Diciembre de 2009
A la fecha, la causa permanece abierta. Desde hace varios años
Claudia ni siquiera recibió asistencia de parte de
Los psiquiatras que oportunamente realizaron las pericias aseguran que por el hecho vivido, Claudia posee una “personalidad siempre en riesgo” que debería contar con apoyo profesional permanente.